Intoxicaciones por
setas de latencia larga |
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Intoxicaciones por setas en las que el tiempo libre
de síntomas tras la ingestión excede de 6 horas.
En general se situa entre las 8 y las 16 horas. En el caso de
la ingestión de cortinarios, las primeras molestias pueden
tardar en presentarse varios días. Son las intoxicaciones
más graves.
Existen tres formas de micetismo
de latencia larga:
A. Intoxicaciones
por giromitras
B. Intoxicaciones
por cortinarios
C. Intoxicaciones
por setas hepatotóxicas
A. Intoxicaciones
por giromitras.
Las setas del género Gyromitra (G.
gigas, G. esculenta) producen una intoxicación
multisistémica, en ocasiones grave o incluso mortal, pero
que responde muy bien al tratamiento con dosis altas de vitamina
B6 por vía IV. La intoxicación no se presenta si
las setas se han desecado para su conservación o se han
hervido y se ha desechado el agua de cocción, pues sus
toxinas son muy volátiles e hidrosolubles. Los síntomas
tardan 8-12 horas en aparecer. Pueden asociar hemólisis.
B. Intoxicaciones
por cortinarios.
Las orellaninas, toxinas de naturaleza bipiridílica
contenidas en especies del género Cortinarius (C.
orellanus, C. speciosissimus) son las responsables
de serias lesiones del riñón, cuyos primeros síntomas
pueden aparecer hasta 17 días tras la ingestión
de las setas: Sed intensa, poliuria, y después fallo renal
y anuria.
El tratamiento sintomático no puede evitar
que en un 10-15 % de casos se llegue a la insuficiencia renal
irreversible, en cuyo caso solo un transplante de riñón
puede producir la curación definitiva.
No se conocen antídotos para estas setas.
C. Intoxicaciones
por setas hepatotóxicas.
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Figura 10
Amanita phalloides.
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Figura 11
Lepiota brunneoincarnata
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- Etiología: Especies responsables.
Es la forma más grave de intoxicación
por setas, a la que se atribuyen el 90 % de fallecimientos por
micetismo. Conocida con otros nombres (síndrome faloidiano,
intoxicación faloidiana, síndrome ciclopeptídico),
se debe al consumo de setas cuyas toxinas poseen un marcado tropismo
por el hígado. Pueden llevar a la muerte en el contexto
de una necrosis hepática fulminante. Su prototipo es la
Amanita phalloides. Otras setas hepatotóxicas son
las siguientes: Amanita verna, Amanita virosa, Lepiota brunneoincarnata,
Lepiota fulvella y Galerina marginata.
- Etiología: Toxinas.
Las toxinas responsables son las amanitinas
o amatoxinas, octapéptidos
de estructura bicíclica, cuyo peso molecular que oscila
entre 900 y 1000 daltons (figura
12). Se aislaron por vez primera en la especie A.
phalloides, junto a otros dos grupos de toxinas, las falotoxinas
y las falolisinas. Aunque se ha especulado sobre el posible papel
de las falotoxinas (heptapéptidos cíclicos) en la
fase gastrointestinal, se ha confirmado de manera clara que son
únicamente las amatoxinas las responsables de toda la intoxicación
en los humanos. Se estima que las toxinas contenidas en unos 25
a 50 gramos de setas constituyen una dosis potencialmente mortal
para un adulto.
- Mecanismo de acción: Toxicodinámica
En el organismo humano las amatoxinas penetran en
primer lugar en las células del epitelio intestinal (lo
que provoca su absorción) y posteriormente en los hepatocitos.
Una vez en el interior de las células, y a nivel del núcleo,
se unen a la RNA-Polimerasa II e inhiben su acción. La
interrupción subsiguiente de la síntesis de proteínas
es en realidad la responsable de la muerte celular.
- Mecanismo de acción: Toxicocinética
Las amatoxinas se absorben con facilidad en el tracto
digestivo y por la circulación portal alcanzan el hígado.
Penetran con gran facilidad en los hepatocitos. Alcanzan también
la circulación general y se distribuyen por el volumen
plasmático y el espacio líquido extracelular. Circulan
completamente libres y no se unen a las proteínas plasmáticas.
Se eliminan en gran cantidad por la orina, horas antes incluso
del inicio de la sintomatología. Existe una considerable
secreción de toxinas por medio de la bilis. La recirculación
entero-hepática que se establece de este modo constituye
un factor de reexposición a las toxinas. Las toxinas son
transportadas activamente a través de la membrana de las
células hepáticas. El mecanismo de transporte puede
ser bloqueado por algunas substancias: bencil penicilina y silibinina,
entre otras.
- Sintomatología
De la clínica de este tipo de intoxicación
destaca un período de latencia libre de síntomas
tras la ingestión superior a 6 horas (normalmente entre
9 y 15 horas), seguido de un período coleriforme con diarrea
severa, nauseas, vómitos a veces abundantes, y dolor abdominal.
Todo ello produce una importante pérdida de líquidos
y electrólitos. Se produce una deshidratación, que
en la mayoría de los casos se acompaña de acidosis
metabólica, y puede llegar a producir oliguria. En ocasiones,
coincidiendo con el segundo día tras la ingestión
de las setas se presenta una fase mejoría, en cierto modo
artificial, ya que se debe al tratamiento sintomático y
al aporte de líquidos. Otras veces, sin transición
desde la fase diarreica, se presenta hacia el inicio del tercer
día un súbito empeoramiento, que incluye el desarrollo
de ictericia o subictericia, hepatomegalia blanda y dolorosa,
empeoramiento del estado general y en ocasiones tendencia hemorrágica.
- Tratamiento extrahospitalario
Se ha de tener en cuenta que ante la sola sospecha
de intoxicación por Amanita phalloides se ha de poner en
marcha el traslado de los pacientes a un centro hospitalario.
Mientras, se mantendrá a los intoxicados en reposo y bien
hidratados: el aporte enérgico y precoz de fluidos es importantísimo.
Puede iniciarse por vía oral mediante soluciones el tipo
del Suerooral®.
- Tratamiento hospitalario de la intoxicación
por setas hepatotóxicas:
1- Instalación de una
sonda nasogástrica para aspiración continua y administración
periódica de carbón activado y de purgantes.
2- Intensa reposición
de líquidos por vía endovenosa, con soluciones salina
y glucosada: diuresis forzada neutra: 3-4 ml/kg/hora de orina
durante el primer día.
3- Monitorización y
seguimiento de parámetros analíticos, balance hídrico,
constantes, presión venosa central y diuresis.
4- Administración por
vía intravenosa de: Silibinina (Legalón®
IV. ampollas): De 20 a 50 mgs/K/día, o penicilina-G-Na:
300.000 U./Kg/día. (en perfusión continua).
5- Hemoperfusión en
carbón activado o en Amberlyte, en las primeras horas del
ingreso, en casos presumiblemente graves.
6- En caso de manifestarse
signos de fracaso hepatocelular severo, plantearse la posibilidad
de un transplante hepático.
- Papel del transplante hepático:
Más del 90 % de los pacientes curan totalmente
con los protocolos actuales de tratamiento. Por ello el trasplante
hepático debe reservarse a un número muy limitado
de pacientes. Ante el problema de que cuando la indicación
para esta medida extrema se hace evidente puede ser ya tarde para
someter al paciente a la cirugía, cabe la posibilidad de
transplantar en fases más precoces cuando el estado general
es todavía aceptable. Sin embargo, no debe trasplantarse
indiscriminadamente. Por ello creemos que un reto fundamental
en el momento presente es el de delimitar una serie de parámetros
con valor pronóstico temprano, que permitan prever cuales
van a ser los pacientes candidatos al trasplante.
- Pronóstico
Han demostrado tener valor
pronóstico:
A. La cantidad de setas ingerida.
B. El periodo de latencia menor
de 9 horas
C. La existencia de insuficiencia
renal inicial demostrada analíticamente por aumentos de
urea y creatinina séricos, oliguria y deshidratación.
En general esta situación solo se presenta en el caso de
pacientes que han permanecido durante un prolongado espacio de
tiempo sin ser sometidos a medidas enérgicas de rehidratación.
D. La concentración
de amatoxinas en orina al ingreso: En nuestra experiencia hemos
visto que valores de entre 120 y 700 ng/ml en la orina del primer
día se asociaron a graves intoxicaciones, la mayoría
de la veces mortales.
E. La presencia de ictericia,
hipoglucemia o coma.
F. El descenso de la actividad
protrombínica (Quick) y de la Antitrombina III y
el Factor V: en especial la precocidad y celeridad de ese descenso,
es el parámetro más ominoso. En los pacientes fallecidos
la actividad protrombínica fue inferior al 30 % en todos
los casos a las 48 horas de la evolución (ver
figura).
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