Manifestaciones clínicas |
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La intoxicación aguda por opiáceos
presenta una tríada clásica de signos: miosis
puntiforme, depresión
respiratoria y alteración
del nivel de conciencia (desde somnolencia
hasta el coma).
La depresión
respiratoria resulta de la pérdida de la capacidad
para aumentar la ventilación en respuesta a la hipercapnia
y la hipoxia. Se manifiesta por una disminución de la frecuencia
respiratoria pero también por una menor profundidad (esfuerzo
respiratorio reducido).
En los intoxicados leves, la conciencia puede
estar poco alterada y el paciente la recupera ante órdenes
verbales. Presentan lenguaje farfullante con deterioro de la atención
y la memoria. Debe recordarse que la acción analgésica
de estas sustancias disminuye la respuesta a estímulos
dolorosos.
Las pupilas pueden estar dilatadas
por hipoxia extrema o en la sobredosis por petidina (opiáceo
con propiedades anticolinérgicas).
La intoxicación por opiáceos
puede también cursar con bradicardia,
hipotensión
y cambios
en la motilidad intestinal. En los novatos, pueden
aparecer náuseas y vómitos. La presencia de cianosis
es un signo tardío y grave de sobredosis.
Las complicaciones de la sobredosis son el
edema
agudo de pulmón no cardiogénico (1%)
(15), convulsiones
(los opioides reducen el umbral convulsivo), rabdomiolisis
y arritmias.
La sobredosis facilita la aparición de infecciones (neumonía
0.5%, endocarditis 0.25%).
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Figura 2
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La presencia de estigmas cutáneos de
venopunción puede orientar el diagnóstico, si bien
esta exploración física puede ser negativa, ya que
se han descrito sobredosis en consumidores por vía intranasal
o pulmonar y también en portadores corporales (body
packers - figura 2) en los que se libera la droga en el tubo
digestivo. En estos últimos la intoxicación es,
casi siempre, muy grave.
La petidina y el dextropropoxifeno producen
intoxicaciones de mayor gravedad, por su toxicidad
neurológica y los efectos
arritmógenos del segundo.
Debe recordarse la posibilidad de un uso concomitante
de otras drogas de abuso (cocaína, alcohol, benzodiacepinas)
o de opioides de prescripción (metadona). En estos casos,
la intoxicación puede cursar con síntomas distintos
y de mayor gravedad.
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